
El trastorno de oposición desafiante (TOD) es una condición de la niñez y la adolescencia caracterizada por un patrón continuo de comportamiento hostil, desafiante, poco cooperativo y molesto hacia las personas de autoridad que generalmente causa interrupciones en las actividades diarias normales del niño en el hogar y en la escuela.
Es un trastorno que se acaba de identificar relativamente recientemente, con un estimado del 6 al 22 por ciento de los niños en edad escolar afectados por el trastorno.
El TOD se identifica típicamente entre las edades de seis a ocho años. Aunque puede desarrollarse a una edad posterior, el trastorno suele estar bien establecido cuando el niño está en la adolescencia.
Síntomas del trastorno de oposición desafiante
Para que un niño sea diagnosticado con TOD, debe manifestar al menos cuatro de los ocho síntomas enumerados en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en un grado excesivo en comparación con el comportamiento típicamente observado en los compañeros del niño.
Asimismo, el patrón de comportamiento debe observarse durante al menos seis meses y debe provocar alteraciones clínicamente significativas en el desempeño social, académico y ocupacional. Los síntomas se enumeran a continuación:
- a menudo pierde los estribos
- a menudo discute con los adultos
- a menudo desafía activamente o se niega a cumplir con las solicitudes o reglas de los adultos
- a menudo molesta deliberadamente a la gente
- a menudo culpa a otros por sus errores o mala conducta
- a menudo es susceptible o se molesta fácilmente con los demás
- a menudo está enojado y resentido
- es a menudo rencoroso o vengativo
Los niños con TOD son bastante temperamentales y manifiestan problemas de autoestima.
Parece que ponen a prueba todos los límites que se les imponen y se resisten a realizar tareas que razonablemente se espera de ellos.
Actúan con falta de respeto hacia sus padres, maestros y otras figuras de autoridad, a menudo participando en discusiones tensas y acaloradas, dejando a los adultos sintiéndose exhaustos y exasperados.
Algunos niños con TOD, sin embargo, son capaces de actuar como ciudadanos modelo en ciertos lugares y con algunas figuras de autoridad, convenciendo a otras personas de que crean que sus padres son los que tienen el problema.
Causas del trastorno de oposición desafiante
Las causas del TOD no son seguras. Se supone que los factores genéticos, biológicos y ambientales interactúan para contribuir a la afección.
Muchas personas diagnosticadas con TOD tienen parientes o familiares cercanos que padecen trastornos del estado de ánimo, trastornos de la personalidad, trastornos de ansiedad y otras formas de enfermedad mental.
Por lo tanto, un niño puede heredar la vulnerabilidad de desarrollar el trastorno que se manifiesta en su personalidad innata y rasgos de disposición.
También hay apoyo para los efectos de ciertas lesiones cerebrales o defectos cerebrales, además de cantidades anormales de ciertos neurotransmisores en el comportamiento de los niños con TOD.
Aparte de estas posibles explicaciones, la predisposición de un niño a desarrollar el trastorno puede intensificarse aún más por estilos de crianza inconsistentes o inapropiados, abuso, negligencia y la presencia de otras disfunciones familiares.
Diagnóstico del trastorno de oposición desafiante
El diagnóstico preciso del TOD es vital, especialmente a una edad temprana.
Sin embargo, el TOD generalmente ocurre con otros problemas de salud mental o conductuales disruptivos, como ansiedad, depresión, trastornos del aprendizaje, trastornos de la comunicación y TDAH, lo que hace que el diagnóstico preciso sea extremadamente difícil de realizar.
El diagnóstico implica entrevistar al niño y a los padres y revisar el historial médico del niño. En ocasiones, pueden ser necesarios otros exámenes médicos para confirmar la posibilidad de otros trastornos psiquiátricos.
Tratamiento del trastorno de oposición desafiante
Las estrategias de disciplina convencionales no suelen ser eficaces cuando se trata de niños con TOD.
El refuerzo positivo puede no funcionar, ya que nada parece ser lo suficientemente motivador para que cambien su comportamiento.
De la misma manera, el refuerzo negativo puede ser ineficaz porque nada parece lo suficientemente importante como para preocuparse por perder.
Las terapias conductuales, que implican la prevención de pensamientos y comportamientos problemáticos a través del no refuerzo, han tenido más éxito en el tratamiento del TOD.
Los terapeutas trabajan con los padres y las familias de los niños para animarlos a interrumpir sus propios comportamientos que refuerzan los comportamientos no deseados.
Dar elogios y refuerzo positivo justo después de la demostración de comportamiento positivo ha tenido cierto éxito.
La paciencia de los cuidadores y su comprensión de que el niño puede querer demostrar un comportamiento dócil pero no puede hacerlo puede ser de gran ayuda para el niño.
Apreciar la frustración y la dificultad que experimenta el niño a la luz de su incapacidad para manejar las conductas negativas y enseñarle formas alternativas de lidiar con estas conductas negativas es muy útil para el niño.
Además de los programas de capacitación para padres, otros enfoques de tratamiento incluyen psicoterapia individual o familiar, entrenamiento en habilidades sociales y terapia cognitivo-conductual.
Los medicamentos también son una opción a considerar en el tratamiento del TOD.
No hace falta decir que el diagnóstico y el tratamiento tempranos mejoran el pronóstico de recuperación del niño.
Si no se trata, puede provocar problemas más graves, como abuso de sustancias, delincuencia y trastornos de conducta.
Cuando un niño con TOD llega a la edad de dieciocho años, su condición puede ser reclasificada en trastorno de personalidad antisocial o trastorno de personalidad pasivo-agresivo.
También debe emprenderse el tratamiento de los trastornos comórbidos, ya que estos otros trastornos pueden exacerbar fácilmente el TOD.