Los tics son movimientos musculares locales, rápidos y espasmódicos, que aparecen en el sujeto de una manera involuntaria, aislada, inesperada, repetitiva, frecuente, sin propósito y a unos intervalos regulares. Pueden aparecer en una o más partes del cuerpo y no suelen afectar a los músculos inferiores a los hombros.
La incidencia de este tipo de problema es cuatro veces mayor en varones que en mujeres y con frecuencia surgen en la infancia, alrededor de los siete años. Se asocian con cuadros de ansiedad y tensión emocional, por lo que se atenúan con la distracción y desaparecen durante el sueño. Frecuentemente se asocian con conductas obsesivas.
Es importante observar que los tics psicológicos desaparecen durante el sueño, son reproducibles e inhibibles por el sujeto y no modifican los reflejos.
Los tics no deben confundirse con los tics complejos o estereotipias, que son la repetición continuada e innecesaria de movimientos o gestos que, a diferencia de los tics, son organizados y complejos.
Dentro de estas estereotipias se pueden distinguir dos tipos en función del grado de complejidad: estereotipias simples y complejas.
Las primeras aparecen en trastornos orgánicos cerebrales de evolución demencial, mientras que las segundas aparecen en trastornos psicóticos no orgánicos. Un ejemplo de estereotipia simple sería un patrón motor primitivo como rascar o frotar, mientras que las estereotipias complejas se caracterizan por movimientos aparatosos y llamativos de manos y brazos, como tocar o jugar con un determinado objeto.