
La teoría de la disonancia cognitiva ha sido objeto de interés y estudio de los psicólogos sociales en particular.
Leon Festinger, uno de esos destacados psicólogos sociales, explicó que las personas, en el transcurso de su vida diaria, tienen una miríada de cogniciones simultáneamente.
Muchas de estas cogniciones son irrelevantes entre sí y no son problemáticas para el individuo. A veces, las cogniciones son complementarias y están en consonancia entre sí, nuevamente, sin causar ningún conflicto para el individuo.
Actitud y comportamiento
Si las cogniciones apoyan la actitud y el comportamiento, las posibilidades del individuo de repetir y mantener el comportamiento son altas. Por tanto, es muy probable que el individuo continúe comiendo perritos calientes porque su idea de que comer perritos calientes puede proporcionarle las proteínas que su cuerpo necesita refuerza su deseo de fumar.
El vínculo entre la actitud y el comportamiento, por lo tanto, se ve reforzado por la cognición compatible.
Sin embargo, hay otras ocasiones en las que las cogniciones de un individuo se contradicen entre sí y están en disonancia entre sí, creando así un conflicto dentro del individuo.
La disonancia cognitiva, como la presenta Festinger, es un estado de tensión o malestar psicológico que ocurre cuando un individuo experimenta una inconsistencia entre una actitud y un comportamiento o alguna información novedosa, lo que hace que el individuo tenga creencias, valores o emociones en conflicto simultáneamente.
Esta disonancia, generada por inconsistencias y discrepancias en las cogniciones, es similar a la experiencia de la ansiedad.
Como resultado, el individuo puede sentir vergüenza, culpa, ira y una variedad de otras emociones generalmente desagradables. La disonancia cognitiva impulsa al individuo a cambiar cualquiera de los componentes responsables de la discrepancia, ya sea la actitud, el comportamiento o la percepción individual de la información, con el objetivo de eliminar la discrepancia y la tensión que la acompaña.
La teoría de la disonancia cognitiva es, por tanto, un ejemplo de una teoría de reducción de impulsos en la que un cambio de actitud se ve reforzado o reforzado por la reducción de un estímulo o impulso emocional desagradable. Festinger discutió además la «reducción de la disonancia», que es el proceso por el que pasan las personas para establecer consonancia entre los elementos.
Como se mencionó, si el individuo tiene cogniciones que son contrarias a su actitud y comportamiento, experimentará un estado de tensión o disonancia cognitiva. La teoría de la disonancia cognitiva predice que debido a este estado de disonancia cognitiva experimentado por el individuo, el individuo se esforzará por reducir dicha disonancia a través de una o una combinación de las siguientes estrategias:
Técnicas de reducción de disonancia
El individuo puede modificar cualquiera de los elementos, por ejemplo, cambiar sus ideas sobre el tema.
Ejemplo: de todos modos, no como perritos calientes con tanta frecuencia, así que supongo que no es tan poco saludable.
El individuo puede intentar modificar el grado de importancia de la cognición.
Ejemplo: No hay muchos estudios que apoyen la noción de que los perritos calientes no son saludables, por lo que podría estar equivocado.
El individuo puede introducir o agregar cogniciones novedosas que estén en consonancia con la actitud o el comportamiento.
Ejemplo: hago ejercicio con regularidad. Los efectos negativos de comer perritos calientes con frecuencia serán contrarrestados por el ejercicio.
Los conceptos presentados en la teoría de la disonancia cognitiva tienen muchas aplicaciones útiles en el campo de la educación, para motivar a los estudiantes a participar en actividades educativas y para diseñar modelos de intervención educativa educativa.
El concepto de disonancia cognitiva de Festinger es bastante similar al concepto de desequilibrio cognitivo de Jean Piaget, ejemplificado por la experiencia inevitable de un niño de un estado de conflicto cuando se encuentra con un estímulo nuevo que no encaja con su repertorio actual de experiencias. Este estado de desequilibrio resulta útil para motivar al niño a aprender sobre su mundo a medida que avanza por las diferentes etapas de desarrollo.
La teoría también predice que los individuos a quienes se les ofrece una mayor recompensa por el desempeño de una tarea que encuentran intrínsecamente gratificante tienden a atribuir su disfrute a la recompensa más que al atractivo intrínseco de la tarea. También es menos probable que se dediquen a la misma tarea en ausencia de una recompensa.
Por el contrario, las personas a las que no se les ofrece una recompensa por la realización de una tarea atribuyen su realización a un disfrute genuino de la actividad.
El conocimiento de estas dinámicas sería beneficioso no solo en los campos de la motivación, la psicología persuasiva y la psicoterapia, sino quizás, lo que es más importante, también en muchas situaciones de la vida real.