
El enfoque cognitivo social de la personalidad respalda la convicción de que la personalidad está determinada en parte por las cogniciones de un individuo, que incluyen los pensamientos, sentimientos, valores y expectativas de la persona.
Autoeficacia percibida
El hecho de que las personas realicen o no determinadas acciones depende en gran medida de sus expectativas o expectativas pertinentes al resultado deseado.
Albert Bandura, uno de los defensores del enfoque cognitivo social de la personalidad, destaca particularmente el papel que juega la autoeficacia en el comportamiento de un individuo.
La expectativa de autoeficacia o autoeficacia percibida, tiene que ver con la creencia de una persona en su capacidad de ejercer control sobre su propio comportamiento y sobre los eventos con el fin de generar un resultado deseado.
Según Bandura, las expectativas de autoeficacia son muy importantes en su capacidad para motivar a un individuo a seguir adelante con una acción. Las creencias sobre la autoeficacia influyen en la forma en que las personas piensan, sienten, se animan y se comportan.
Las investigaciones han demostrado que las personas que tienen mucha confianza en sus propias habilidades son más aptas para actuar sobre una idea y tener éxito, que las personas que están plagadas de dudas sobre sus propias capacidades. Por lo tanto, cuanto mayor sea el grado de autoeficacia percibida de una persona, más determinada estará y mayores serán las posibilidades de que tenga éxito en la consecución de su objetivo.
Competencias
Las expectativas están estrechamente relacionadas con las competencias en la influencia que ejercen sobre el comportamiento de un individuo. Las competencias son las habilidades reales que posee el individuo que le permiten llevar a cabo la acción deseada.
Sobra decir que un individuo con suficientes competencias tiene más probabilidades de alcanzar su objetivo deseado que un individuo con competencias inadecuadas.
Autorregulación
La autorregulación, en cambio, es el último requisito de este proceso interactivo que garantizará que la acción se lleve a cabo. Implica la evaluación del desempeño de uno y hacer ajustes en el comportamiento para producir el resultado deseado.
En pocas palabras, las acciones de las personas están influenciadas por sus puntos de vista sobre los resultados de cierto comportamiento, sobre sus propias percepciones con respecto a su capacidad para realizar el comportamiento, la aplicación de las habilidades necesarias para ejecutar la acción y su capacidad para evaluar y modificar el comportamiento hasta que se alcance el objetivo deseado.
Sentido optimista de la autoeficacia
Un sólido sentido de autoeficacia mejora los logros y el bienestar de una persona de diversas formas.
- Las tareas difíciles se consideran desafíos que deben superarse en lugar de amenazas desagradables que deben evitarse.
- Se desarrolla la motivación intrínseca en la realización de tareas y en el enfoque de resolución de problemas.
- Se manifiesta un firme compromiso con los elevados objetivos que se han marcado y que saben que están a su alcance.
- Las dificultades y los contratiempos encontrados solo sirven para fortalecer su determinación de superar estos desafíos y acercarse a su objetivo.
- Los fracasos temporales se atribuyen a la falta de esfuerzo o habilidades actuales o posiblemente a un conocimiento defectuoso de su parte, lo que hace que se esfuercen más, se doten de más habilidades y rectifiquen errores o lagunas en la información.
Esta creencia en su propia capacidad para lograr sus metas y poner situaciones bajo su control es en sí misma suficiente para asegurar la consecución de la meta.
Como tal, las personas con una alta autoeficacia percibida se caracterizan por numerosos logros personales, menor estrés y menor susceptibilidad a la depresión.
Sentido pesimista de autoeficacia
Por otro lado, también hay personas que creen que tienen poco control sobre los eventos y los resultados. Esta percepción negativa afecta su comportamiento de varias formas:
- Se mantienen las aspiraciones humildes que pueden no coincidir con sus capacidades reales.
- El compromiso con las metas es débil y superficial.
- Las dificultades y contratiempos encontrados se atribuyen a déficits personales oa factores que escapan a su control.
- A veces, la convicción de que ningún esfuerzo y ajuste de comportamiento los llevará a lograr su objetivo es tan fuerte que simplemente se rinden y ni siquiera lo intentan.
Indefensión aprendida
Estas personas, que se encuentran constantemente en situaciones sobre las que sienten que no tienen control, pueden experimentar un fenómeno llamado «desamparo aprendido».
La falta de autocontrol percibida hace que estos individuos sean reacios a gastar energía en un esfuerzo aparentemente inútil y simplemente acepten el hecho de que el objetivo es imposible de lograr.
El fenómeno de la indefensión aprendida, tal como lo identifica y define Martin Seligman, tiene varios efectos negativos.
Se ha informado que las víctimas de la indefensión aprendida muestran más síntomas físicos que indican mala salud y signos de depresión en comparación con las personas que mantienen un sentido de control sobre las situaciones.
Nuestras creencias relacionadas con la eficacia personal son, por lo tanto, de suma importancia, ya que influyen en el tipo de metas que nos fijamos, nuestras elecciones de vida, el grado de motivación, la calidad del desempeño, la resistencia a la adversidad e incluso la susceptibilidad a experimentar estrés y depresión.