«Incremento de las facultades perceptivas ante la necesidad fisiológica del organismo de incrementar el nivel de algún elemento que en esos momentos se encuentra por debajo del nivel adecuado, o -por el contrario- ante el temor de perder un bien preciado.»
Como ésta podemos encontrar cientos de definiciones diferentes en internet. Lo cierto es que la ansiedad es un problema que está a la orden del día y que sufren millones de personas en todo el Mundo.
La ansiedad suele aparecer ante distintas situaciones, intensificándose en determinados momentos y manifestándose en lo que piensas, lo que haces y lo que sientes. Para ser más claros, podemos decir que lo que piensas hace que sientas esa ansiedad. Muchas veces no hay estímulos que provoquen miedo (ansiedad adaptativa) sino que son los pensamientos que generamos los que provocan ese miedo.
Una conducta muy habitual suele ser la evitación para reducir los niveles de ansiedad y así conseguir sentirse mejor. Pero ese alivio funciona a corto plazo, las respuestas se acaban consolidando y se van haciendo cada vez más fuertes. Estaríamos ante un reforzamiento negativo de una conducta.
A veces esas conductas son reforzadas por otras personas. Por ejemplo, cuando realizo conductas evitativas consigo la atención de otras personas, por lo que esa atención está reforzando esas conductas.
¿Por qué?
Existen diversos estudios sobre el tema, pero se cree que hay factores que predisponen a ello. Factores genéticos, el núcleo familiar, un episodio traumático o incluso el aprendizaje vicario materno pueden ser responsables de estas conductas.